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"Editar es provocar", Raquel Garzón sobre el FCE (y nosotros al ladito)

Equipo de Chibalete Editores

7/22/20247 min leer

"Editar es provocar"

El concepto de que "editar es provocar" ha sido destacado recientemente por Raquel Garzón en su artículo de El Clarín, generando un interesante debate en el mundo editorial. Esta afirmación, lejos de ser una simple declaración, encierra una profunda reflexión sobre el papel del editor en la creación literaria y su impacto en la sociedad. En un sello editorial como el nuestro, en donde la edición se plantea como una intervención activa, el editor no solo corrige y ajusta, sino que también desafía y estimula tanto al autor como al lector.

La relevancia de esta idea radica en la capacidad del editor para conducir o influir de manera significativa en la obra final, convirtiéndose en un agente provocador que cuestiona y reinterpreta el texto. Esta provocación no es necesariamente confrontativa, sino que busca enriquecer la narrativa, impulsar nuevas perspectivas y fomentar un diálogo crítico. En el ámbito editorial, esto implica asumir una postura activa y creativa, donde la edición se convierte en un acto de co-creación y no meramente en la supervisión de un proceso.

Esta visión transformó nuestra perspectiva como sello editorial, orientándonos hacia una filosofía donde la edición se entiende como un proceso dinámico y colaborativo. Al adoptar esta postura, reconocemos la importancia de la interacción entre editor y autor [o el ilustrador, fotógrafo, etc.], valorando la capacidad de ambos para provocar cambios significativos en la obra. Esto no solo enriquece el producto final, sino que también fortalece la relación profesional y creativa entre las partes involucradas.

Abrazar la idea de "editar es provocar" nos invitó a repensar nuestro rol dentro del proceso editorial. Nos insta a ser más audaces, a fomentar un ambiente de creatividad y a valorar la edición como una herramienta esencial para la innovación y el cambio. Esta perspectiva nos permite posicionarnos como catalizadores de nuevas ideas y voces en la literatura contemporánea.

Historia y evolución del concepto de Edición

El concepto de edición ha experimentado una notable transformación a lo largo de la historia. Tradicionalmente, el papel del editor se limitaba a ser un intermediario entre el autor y el lector, cuya principal función era la corrección de textos y la supervisión del proceso de publicación. Sin embargo, esta percepción ha evolucionado significativamente con el tiempo.

En las primeras épocas de la imprenta, el editor/impresor/agente literario/librero era visto como un custodio del contenido, asegurándose de que los textos fueran presentados de manera precisa y coherente. Durante el Renacimiento, con el auge del humanismo, el editor comenzó a desempeñar un rol más activo en la curación y promoción de ideas nuevas y revolucionarias.

Entrado el siglo XVIII, quienes ocuparon distintos puntos en el sector entendieron que editar era, más allá o más acá, un acto político. Esto es, al reflexionar sobre cómo componer un catálogo y qué obras publicar, se influía también en el discurso intelectual de la época.

El siglo XX marcó un punto de inflexión en la historia de la edición. La figura del editor se transformó en un auténtico provocador de ideas y debates. En lugar de ser meramente un corrector, el editor comenzó a colaborar estrechamente con los autores, desafiando sus conceptos y animándolos a explorar nuevas perspectivas. Esta evolución permitió que la edición se convirtiera en una herramienta poderosa para el cambio social y cultural.

Hoy en día, y dependiendo del sector en el que se encuentre, el editor es percibido como un catalizador de la creatividad y la innovación. En un mundo donde la información se consume a un ritmo vertiginoso, el editor debe ser ágil y visionario, capaz de identificar tendencias y temas emergentes. La edición contemporánea no se limita a la publicación de libros, sino que abarca una amplia gama de medios y formatos, incluyendo diversas formas de audiovisual y a las plataformas digitales.

La historia y evolución del concepto de edición reflejan una progresiva sofisticación del papel del editor. De ser un simple corrector de textos, el editor ha pasado a ser un provocador de ideas, desempeñando un rol crucial en la configuración del pensamiento y la cultura contemporánea.

La provocación como motor de cambio social y cultural

La edición no es simplemente un acto de corrección y pulido de un texto; puede ser una herramienta poderosa para provocar el cambio social y cultural. A lo largo de la historia, obras editadas con una intención provocadora han desafiado normas establecidas y han fomentado reflexiones profundas en la sociedad. Un ejemplo notable es la obra de George Orwell, específicamente 1984, que cuestiona el autoritarismo y la manipulación de la información. A través de sus escritos, Orwell no solo provocó una reevaluación de las políticas de su tiempo, sino que también dejó un legado duradero en el discurso sobre la libertad y la vigilancia.

Otro ejemplo es Los Versos Satánicos de Salman Rushdie, que desató controversias globales y llevó a discusiones sobre la libertad de expresión y la censura. La provocación en este caso no solo residió en el contenido de la obra, sino también en su acto de publicación. De esta manera, la literatura se convierte en un vehículo para explorar y cuestionar los límites de la sociedad.

La provocación a través de la edición también se manifiesta en la labor de editoriales independientes que se atreven a publicar voces marginalizadas y perspectivas no convencionales. Estas editoriales juegan un rol crucial en diversificar el panorama literario y en ofrecer plataformas para narrativas que de otro modo serían silenciadas. Por ejemplo, editoriales como Anagrama en España han sido fundamentales para introducir y popularizar autores que abordan temas controvertidos y que desafían las normas socioculturales establecidas.

La influencia de la literatura y otros medios editados en las conversaciones públicas y en las políticas es innegable. Obras provocadoras pueden impulsar debates y provocar cambios legislativos y sociales. La literatura tiene el poder de humanizar situaciones complejas, permitiendo a los lectores empatizar con experiencias ajenas y reconsiderar sus propias creencias y prejuicios. En definitiva, la provocación a través de la edición no solo enriquece el arte, sino que también actúa como un catalizador para el progreso social y cultural.

Incorporando la idea de provocación a nuestro proyecto editorial

Adoptar la filosofía de "editar es provocar" puede transformar profundamente nuestro proyecto editorial. Para empezar, la selección de obras debe centrarse en textos que no solo entretengan, sino que también cuestionen las normas establecidas, desafiando las percepciones y generando un debate crítico. Al elegir obras que inviten a la reflexión y al análisis, fomentaremos un espacio literario vibrante y dinámico, donde los lectores se sientan estimulados a pensar más allá de lo superficial.

Una estrategia clave para incorporar esta idea es priorizar autores y obras que aborden temas sociales, políticos y culturales de manera innovadora. Textos que traten cuestiones contemporáneas y relevantes y que presenten nuevas perspectivas, pueden captar la atención de un público ansioso por contenido significativo. Además, es fundamental apoyar a escritores emergentes que se atrevan a explorar territorios inexplorados, brindándoles una plataforma para compartir sus voces únicas.

Implementar la provocación en nuestras prácticas editoriales también implica un compromiso con la calidad y la profundidad. No basta con seleccionar textos provocadores; es necesario trabajar estrechamente con los autores para pulir sus obras, asegurando que el mensaje se transmita de manera efectiva y con la mayor claridad posible. El proceso de edición debe ser riguroso, pero también colaborativo, permitiendo que el autor mantenga su visión mientras se fortalece la estructura y el impacto del texto.

Diferenciarse en el mercado editorial es otro resultado positivo de esta estrategia. En un panorama saturado de publicaciones, un sello editorial que se atreva a provocar y desafiar puede destacarse significativamente. Al ofrecer obras que invitan a la reflexión y el debate, atraeremos a un público que busca algo más que entretenimiento pasajero; buscarán contenido que les haga cuestionar y reevaluar sus propias ideas y creencias.

El contexto actual en el país y la necesidad de provocación

El entorno actual en nuestro país está marcado por una serie de desafíos complejos y multifacéticos en los ámbitos social, político y cultural. La creciente polarización política, la desigualdad económica y los problemas de justicia social son temas que dominan la conversación pública. En este escenario, las editoriales tienen un papel crucial que desempeñar, particularmente aquellas que adoptan una postura provocadora en sus publicaciones.

El auge de movimientos sociales y la reivindicación de derechos fundamentales han puesto de relieve la necesidad de una reflexión profunda y una acción efectiva. La edición de obras provocadoras puede ser una herramienta poderosa para cuestionar el statu quo y fomentar el debate crítico. Por ejemplo, en un contexto donde la desinformación está en aumento, las obras literarias que abordan la libertad de expresión y los derechos humanos pueden servir como un faro de resistencia y esclarecimiento.

Además, los problemas actuales como el cambio climático y la crisis migratoria requieren una atención urgente y una narrativa que desafíe las opiniones convencionales. Publicar obras que presenten argumentos sólidos y perspectivas innovadoras puede movilizar a la sociedad hacia una acción colectiva y consciente. Al ofrecer una plataforma para voces diversas y a menudo marginalizadas, las editoriales provocadoras pueden contribuir significativamente a la construcción de una sociedad más inclusiva y justa.

La provocación editorial no se trata simplemente de ser controversial por el mero hecho de serlo. Se trata de estimular el pensamiento crítico y de ofrecer nuevas perspectivas que puedan conducir a soluciones efectivas. En este sentido, el rol del editor como provocador es más relevante que nunca, ya que ayuda a iluminar caminos hacia la transformación social y cultural que nuestra sociedad tanto necesita.

El Futuro de nuestro sello editorial

Al reflexionar sobre el sello editorial y la premisa de que "editar es provocar", esta no solo define nuestra identidad como editorial, sino que también nos guía en la construcción de un catálogo diverso y provocador.

Mirando hacia el futuro, nuestros objetivos a corto plazo incluyen la expansión de nuestra lista de autores y la publicación de obras que aborden temas contemporáneos y relevantes. Además, buscaremos fortalecer nuestras relaciones con librerías independientes y plataformas digitales para asegurar que nuestras publicaciones lleguen a un público más amplio. A largo plazo, aspiramos a consolidar nuestra posición como un sello editorial influyente, reconocido por su compromiso con la innovación y la calidad literaria.

Esperamos que nuestra estrategia editorial no solo impacte el mercado literario, sino también la sociedad en general. Al fomentar el diálogo y la reflexión a través de nuestras publicaciones, deseamos contribuir a una comunidad de lectores más crítica y comprometida.

Creemos firmemente en el poder de la literatura para generar cambio y, por ello, cada libro que publicamos es una herramienta para desafiar el pensamiento convencional y promover nuevas perspectivas. Juntos, podemos continuar provocando y transformando el panorama literario, un libro a la vez.